Mis tiendas favoritas siempre han sido las de libros y de discos (también de zapatos, para que negarlo) y cada vez que entro a alguna de ellas no me provoca salir con las manos vacías. Pasear entre estantes llenos de libros o de discos, leyendo contra portadas o portadas en cualquiera de los dos casos, tomar varios de ellos, sentirlos casi tuyos, haciendo mentalmente y con todo el trabajo del mundo una selección sobre cuál de esos tres o cuatro que traes en las manos conviene o te interesa más comprar. Llegas a la caja, pagas y sales con una linda bolsa, que en términos ecologistas sería, lamentablemente de plástico.
Para personajes desesperados como yo, dar dos pasos fuera de la tienda ya es muy lejos para empezar a sentir esa absurda necesidad de abrir lo que va dentro de la bolsa, sin importar cuantas veces lo hayas visto antes en aquella difícil toma de decisión. Lo sacas de la bolsa y sientes ese maldito celofán que se interpone entre tú y tu pase de abordar para el nuevo viaje que estás listo para emprender (seguimos hablando de libros y discos, aunque mis pies bien calzados por unos confortables tenis, también son capaces de regalarme un excelente viaje). Algunas veces al pobre celofán le das chance y lo tratas con nobleza y delicadeza, otras, lo arrancas y desechas de un jalón. Decides no querer saber nunca más de él.
Sin embargo en una compra, me ocurrió algo inusual. Aunque moría de ganas, no pude abrir lo que llevaba en la bolsa, no podía hacerlo en ese momento, no era el lugar. Tuve que guardar mis ansias y esperar a llegar a casa, pues esto que había comprado era diferente, merecía toda mi atención y un pequeño ritual, antes de aventurarme a un doble viaje, peligroso, sin regreso, a veces doloroso, con una fuerte, larga y triste caída, ya que me subí sin querer, como muchos, a un… Paracaídas que no abre.
Alejandro Páez (1968) Escritor y periodista, y Laura de Ita (1972) Cantante y actriz, al lado de excelentes músicos latinoamericanos, se dieron a la tarea, experimentando con las nuevas tecnologías, de crear un librodisco para la editorial Almadía con doce sorprendentes y melodiosos tracks. Un libro donde la música vibra a la par de las letras para provocar sentimientos de amor, desamor, de olvido, de ganas de amar o de sentirse amado. Textos y música que van enlazados por ese hilo frágil, efímero e imaginario, pero siempre valiente, que dibuja el corazón… el amor. Con esa valentía fue que este grupo de artistas aventurados logran este increíble proyecto al que decidieron llamar, “Paracaídas que no abre” (Almadía 2008)
Si eres amante de la música y las letras esta es una excelente opción ya que obtendrás por el precio de uno las dos cosas. Un libro lleno de ritmos dictados por el corazón de Páez y un disco lleno de textos cantados por la maravillosa voz de Laura. Siente cada una de sus letras y vibra cada una de sus notas. “Música para textos”(como le han llamado ellos) hecha para disfrutarse estando en un solitario momento del día o para compartir con una grata compañía.
Tip: visita la página www.paracaidasquenoabre.com/ y disfruta de los 12 textotracks de manera gratuita. ¡Créeme no te arrepentirás!