Del veintisiete de noviembre al cinco de diciembre se llevó a cabo en la ciudad de Guadalajara, la Feria Internacional del Libro más importante de Latinoamérica, misma que se encuentra posicionada como la segunda más importante del mundo, después de la de Frankfurt, Alemania. Por obvias razones, yo tenía que estar ahí.
Como una chiquilla que no ha perdido la capacidad de asombro, visité área por área, empezando por la zona Internacional, donde este año cuarentitres países fueron representados por sellos editoriales. De ahí brinqué a FILniños, colores, talleres, libros, espectáculos y monstros te acechaban por doquier. Entre risas y aplausos disfruté de excelentes presentaciones teatrales y musicales creadas especialmente para los más pequeños. Por supuestísimo, el invitado de honor de este año, Castilla y León, tuvo su merecido espacio. Como es la usanza, escritores, libros, expositores, gastronomía, cine, música, teatro, entre muchas cosas más fueron traídas para todos los asistentes desde esa bella provincia de la madre patria, a la que simplemente prefiero llamar España. Como soy fumadora empedernida, no puedo evitar platicarles de la terraza, un cálido pero frio lugar que forma parte de las instalaciones donde se lleva a cabo la FIL, ahí, es el punto máximo de reunión de todos aquellos que gustamos de echar humo. Es toda una experiencia el encontrarse envuelta en una nube no precisamente de humo, sino más bien una nube formada por tanta personalidad. Por las noches la fiesta de los libros, antes de cerrar sus puertas, trasforma las letras en notas musicales para hacernos vibrar con un conciertazo, antes de mandarnos a descansar.
¿Qué dijeron? ¿es todo? Pues claro que no, lo mas entretenido de ese universo es cuando paseas entre pasillo y pasillo y pasillo y pasillo, ahí adentro se transforman en calles y avenidas llenas de libros. Para que se den una idea, este año se instalaron en la FIL mil novecientas veintiocho editoriales, de las que lamentablemente no me fue posible, por cuestiones de tiempo, visitarlas todas. De lo que si tuve oportunidad fue de empezar mi lista de propósitos de año nuevo. Y de todo ese banquete que había seleccione para la FILa de libros por leer, de Editorial Almadía “Los Esclavos” de Alberto Chimal y “Una: la historia Piiter y Py” de Lolita Bosch. Editorial Planeta también quiso integrarse a la FILa con sendos clásicos de la literatura mexicana: “Los Recuerdos del Porvenir”, de Elena Garro y “El Complot Mongol”, de Rafael Bernal. La mejor y más placentera de todas las cosas que pasan en la FIL son las presentaciones de libro, esas que te promueven viajes a mundos paralelos. Ahí te preparan y emocionan antes de sumergirte ya con libro en mano, en ellos. De las presentaciones también salió material para la FILa: las novedades de planeta “Pobre Patria Mía” de Pedro Ángel Palou y “Lo que se de los hombrecillos” de Juan José Millás. Por cierto, resultó tan extraordinaria esa presentación que tuve que enFILar “El Mundo” también del mismo autor. Ah, y como nunca olvido a la traviesa niña que vive dentro de mí, para darle el gusto me escabullí entre los pequeños para ver a Toño Malpica quien presentaba su libro “Los mil años de Pepe Corcueña”, de Editorial El naranjo, y claro lo enFILé. Con el cerré mi libreta y pensé… cuantas historias por leer, cuanto que escribir, y así llegue de regreso a casa feliz. He igual estoy de feliz al regresar a las páginas de RIODOCE, de las que me escapé una semana para salir en busca de perlas para mis lectores.
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