Queridos lectores.
Bienvenidos a "La otra bula".
Hace algunos años ya, viví en un lugar donde pocas veces calienta el sol y las personas, no suelen ser amables. Tierra de manos que trabajan el barro, del desfile de las locas y de la cantina (que lleva por nombre una fecha, y como nunca he sido buena para recordarlas no puedo escribirles como se llama) donde solo, en ese lugar de todo el mundo(así dicen ellos), se fabrica la bebida a la que le llaman "La garañona". Fue ahí en ese lugar tan humedo y frío, donde hasta una manzana puede llenarse de hongo de la noche a la mañana, cuando conocí a "la bula"
Hace algunos años ya, viví en un lugar donde pocas veces calienta el sol y las personas, no suelen ser amables. Tierra de manos que trabajan el barro, del desfile de las locas y de la cantina (que lleva por nombre una fecha, y como nunca he sido buena para recordarlas no puedo escribirles como se llama) donde solo, en ese lugar de todo el mundo(así dicen ellos), se fabrica la bebida a la que le llaman "La garañona". Fue ahí en ese lugar tan humedo y frío, donde hasta una manzana puede llenarse de hongo de la noche a la mañana, cuando conocí a "la bula"
Vivía en un cuarto piso. Tenía un ventanal con una vista única. Una salita donde nunca faltaban flores. Un comedor de sillas y mesa de plástico. Una recámara con cama, muchas cobijas , closet, ventana, tv, calentador y cenicero con muchas colillas siempre en él. Otra recámara que servía de vestidor y sala de planchar. Un baño realmente decente. Una cocina, ay dos tres equipada y una pequeña pero muy útil zotehuela. No me puedo quejar, el lugar era muuuy cómodo.
Estando una tarde viendo desde el ventanal el atardecer (en uno de esos días, de los cuales yo ya llevaba varios seguidos, en los que sabes desde que te levantas que tu ánimo no anda muy bien) pusé un disco en el minimodular que estaba arriba de un librero de tres entrepaños, que ¡claro! como lo que había en ese mueble era mi tesoro más preciado (libros, discos y minimodular) tenía en la casa el lugar más privilegiado, que era ahí, en donde ellos también tuvieran esa vista para disfrutarla junto a mi. No recuerdo exactamente como llegó a mis manos ese disco, es más la verdad ya ni lo tengo, pero fué la música y en especial la bula, las que me ayudaron a volver a sonreir.
Mazatleca de corazón. En una tarde fría y depresiva. Escuchando reggae y pensando en la calidez de casa. Comienzo a escuchar y poner atención a la letra de una canción que me sacó del trance en el que estaba. "Ceviche de camarón con salsita y con limón" -¿qué qué? ¿qué es eso?- La regresé. Era una rolita que me llevó y trajó de la mano en un paseo por mi mazatlán. Amigos locos, playa, sol, viento, ceviche, la isla de en medio, cerveza pácifico, hierbita del recodo, piel tostada. "Arriba el cielo, abajo el mar...."
La bula es un velero. La otra bula también. La cual se crea por un motivo que como dice una vieja canción que alguna vez un gran amigo me cantara: "Y nosotros los buenos marinos, hemos hecho un barquito de vela, pa´vivir en el medio del mar, por que ya no se puede, vivir en la tierra"
Así que aquí surcaremos nuevos y viejos mares, donde las letras nos guiaran, como hacen las estrellas.
Así como a mi la bula me sacó una gran sonrisa, espero que la otra también pueda sacarte varias, o, a lo mejor algunas lágrimas, tal vez en algunas ocasiones te de hueva, y en otras quien quite y hasta te pongo a hacer conciencia.
En realidad solo quiero expresarme.
Estando una tarde viendo desde el ventanal el atardecer (en uno de esos días, de los cuales yo ya llevaba varios seguidos, en los que sabes desde que te levantas que tu ánimo no anda muy bien) pusé un disco en el minimodular que estaba arriba de un librero de tres entrepaños, que ¡claro! como lo que había en ese mueble era mi tesoro más preciado (libros, discos y minimodular) tenía en la casa el lugar más privilegiado, que era ahí, en donde ellos también tuvieran esa vista para disfrutarla junto a mi. No recuerdo exactamente como llegó a mis manos ese disco, es más la verdad ya ni lo tengo, pero fué la música y en especial la bula, las que me ayudaron a volver a sonreir.
Mazatleca de corazón. En una tarde fría y depresiva. Escuchando reggae y pensando en la calidez de casa. Comienzo a escuchar y poner atención a la letra de una canción que me sacó del trance en el que estaba. "Ceviche de camarón con salsita y con limón" -¿qué qué? ¿qué es eso?- La regresé. Era una rolita que me llevó y trajó de la mano en un paseo por mi mazatlán. Amigos locos, playa, sol, viento, ceviche, la isla de en medio, cerveza pácifico, hierbita del recodo, piel tostada. "Arriba el cielo, abajo el mar...."
La bula es un velero. La otra bula también. La cual se crea por un motivo que como dice una vieja canción que alguna vez un gran amigo me cantara: "Y nosotros los buenos marinos, hemos hecho un barquito de vela, pa´vivir en el medio del mar, por que ya no se puede, vivir en la tierra"
Así que aquí surcaremos nuevos y viejos mares, donde las letras nos guiaran, como hacen las estrellas.
Así como a mi la bula me sacó una gran sonrisa, espero que la otra también pueda sacarte varias, o, a lo mejor algunas lágrimas, tal vez en algunas ocasiones te de hueva, y en otras quien quite y hasta te pongo a hacer conciencia.
En realidad solo quiero expresarme.
que buen aporte me gusto tanto que lo eh leido dos veces mas!! con razon cenando no podias dejar de escribir!! y te preguntava //que tanto escribe? // y q sorpresa me eh llevado.. eh conocido asta ahorita lo bien q me hace sentir lo que escribes!! hago de cuenta que lo platicas!! sigue escribiendo!!
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